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DOCTRINA CATÓLICA, LIBERTAD Y ESTADO LAICO: UN PUNTO DE VISTA

Publicado: 2010-03-07

En la historia de la humanidad no ha existido institución más grande y de mayor trascendencia que la Iglesia Católica. ¿Puede acaso existir una institución más poderosa?. La Iglesia católica, que según los evangelios fue fundada por Cristo y se inició con Pedro Apóstol, tiene más de 2000 años de existencia y mantiene hasta hoy una influencia notable en los destinos de la humanidad. La doctrina católica se ha mantenido invariable durante siglos y las posiciones frente a diversos temas de actualidad son expresadas a la luz de esa doctrina. Fui un asiduo partícipe católico durante mi adolescencia, incluso en algún momento mantuve la idea de hacerme sacerdote, llegando a iniciar jornadas de oración para supuestamente “discernir” mi vocación, pero finalmente, la vida me llevo por otros caminos, me nutrí de opiniones razonadas, de capacidad de crítica y entendí lo que era el comparar, analizar y criticar posiciones doctrinarias. Ello me llevó a alejarme de la Iglesia Católica e iniciar una marcada actitud crítica hacia lo invariable de doctrina frente a temas de actualidad, posición que mantengo hasta hoy, sin dejar la creencia de que existe un ser superior quien, independientemente de su identidad, es responsable del inicio todo lo existente. Estoy en contra de que algunos hombres, con delirios de “infalibilidad”, pretendan imprimir sus criterios religiosos por encima de los derechos de libertad de todos aquellos que no forman parte de la organización católica, con la creencia errada de que ellos y solo ellos poseen “la verdad” y, solo “su verdad”, puede llevar a la libertad. Una respuesta fácil y simple de algún católico frente a mi posición podría ser que “si no te gusta el estilo de la Iglesia Católica, pues no formes parte de ella”. Sería una respuesta entendible y atendible, pero a la vez ciega a la opinión crítica de quienes no comparten el pensamiento católico, los que, según ese mismo  pensamiento, quedan condenados a no participar de la “salvación divina”. La influencia de la Iglesia Católica es tan fuerte que en algunos textos constitucionales, como es el caso de la Constitución peruana, se le reconoce un status especial como colaboradora del desarrollo de la Nación, incluso por encima de cualquier otra religión. Esta situación hace que el rol de la Iglesia Católica pueda  llegar a ser determinante en el destino de muchas sociedades. La Iglesia Católica mantiene criterios invariables en temas de debate social, precisamente  en materia de celibato, prohibición de la participación de la mujer en su gobierno y el rechazo al matrimonio entre personas de un mismo sexo y  la llamada “unión civil”. Sería extenso el entrar a analizar las posiciones existentes sobre estos temas, pero, más allá de ello, estoy convencido de que con el celibato obligatorio se impide a los sacerdotes católicos decidir libremente sobre el formar o no un núcleo familiar y con ello profundizar en el conocimiento de la familia como institución básica de las sociedades sin tener que abandonar la función sacerdotal. Con la prohibición de la participación de la mujer en la vida sacerdotal se trastoca el principio de igualdad y también el criterio de libertad, pues se hace una arbitraria adjudicación de “roles” que a ella le corresponden, subyugándola al de ser una “buena madre de familia” es decir, en pocas palabras a ser “ama de casa” y atenta “servidora” del marido, labor que, por cierto, no es nada reprochable para quien la acepte, si es que no  fuese que desde la óptica católica, la mujer solo podría estar destinada a dicha labor, limitando con ello su natural derecho a la libertad de poder elegir el destino de su propia vida. Finalmente, frente al tema del rechazo a las prácticas homosexuales me pregunto: la persona que manifiesta afecto y atracción por alguien de su mismo sexo y lleva a delante una relación homosexual, ¿está condenado al “castigo divino”?; ¿acaso no existe la garantía fundamental de libertad para todos y cada uno de los seres humanos?, ¿es verdad entonces que lo homosexuales están excluidos del plan de Dios?. Si ello fuese así, entonces; teniendo en cuenta que la opinión de la Iglesia Católica, (según su catecismo) está sustentada en los evangelios, y los evangelios narran la vida de Cristo; ¿se debería pensar que Cristo rechazaba a los homosexuales? Admiro a la Iglesia Católica por haberse mantenido viva durante los siglos, pero también estoy en contra de la negativa de sus dirigentes a iniciar un mínimo proceso de cambios en la óptica doctrinaria que permitan adaptarla a  una institución donde la palabra LIBERTAD tenga real significado y donde todos y todas tengan reconocidos iguales derechos. Los evangelios fueron escritos hace más de 2000 años por personas que tenían como marco de conocimiento la realidad de aquella época. En el transcurso de ese tiempo casi todo ha cambiado, entonces, ¿porqué sustentar una institución tan importante en una doctrina que no acepta los cambios? Los sistemas constitucionales deben de prescindir de la doctrina católica y de cualquier otra religión al momento de legislar, orientándose a la creación de  Estados laicos, con la finalidad de garantizar el derecho de las minorías que profesan religiones distintas a la de las mayorías y de quienes no mantienen creencias religiosas, privilegiando la libertad y la igualdad en la ley y ante la ley, evitando que doctrinas religiosas inmutables logren influenciar la vida de una sociedad al punto de desplazar dichos derechos.


Escrito por

Alexander Bazán Larco

http://www.alexbazanl.me


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FEBRERO TRECE

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